05.15 de la mañana y ya se
aprecia actividad en nuestro apartamento de Nádor utca. Desayunamos de manera
autómata antes de salir de casa y reunirnos con el resto en nuestro punto de encuentro
habitual (boca de metro de la estación Deák Ferenc Ter), apenas han pasado unas
horas del incidente de las revisoras y es el tema estrella en la conversación
matinal.
Paso rápido por las
taquillas para comprar un par de bonos de 10 billetes sencillos y llegamos al
andén de la línea azul (M3) en dirección Kőbánya-Kispest con un convoy a punto
de partir, algunos podrían entrar pero otros quedarse fuera por lo que
decidimos esperar al siguiente para no dejar a nadie en tierra y de esta forma
fraccionar el grupo. En apenas 2 minutos el sonido del traqueteo que se va
haciendo más audible anuncia la llegada de la siguiente circulación. Son poco
más de las 6 de la mañana y es hora punta para los húngaros en el transporte
público. En la estación de Népliget nos apeamos.
Basta con seguir las indicaciones de Volanbusz para subir mediante escaleras mecánicas a la terminal de autobuses que se aloja en un moderno edificio de cristal y nos lleva poco tiempo identificar en los carteles luminosos el andén del que parte nuestro autobús con dirección a Bratislava, de la compañía Eurolines (que opera para Volanbusz en esta línea). El conductor revisa nuestros billetes impresos electrónicamente y nos acomodamos en los asientos que elegimos, no están numerados.
A la hora fijada (06.30) el autobús se pone en marcha y durante la primera parte del trayecto seguimos comentando el episodio del día anterior y de la multa que nos querían colar en el metro. Poco a poco el cansancio y el madrugón van mellando al personal que va cayendo dormido y que se apropia de los muchos sitios libres en el autobús para poder dormitar más cómodamente. Un cartel anuncia que entramos en Eslovaquia y en menos de media hora el vehículo penetra en el parking de la estación de autobuses de Bratislava (Autobusová Stanica, AS Mlynské nivy, 31). La teórica hora de llegada eran las 09.20, sin embargo a las 09.00 ya estamos en la estación.
El edificio de la terminal es un lugar antiguo, con solera, pero bastante espacioso en su interior. En la planta baja algunos locales de panadería y pastelería, una especie de cantina y los aseos. En la planta superior, más aseos, y un curioso restaurante-cafetería dentro de dos autobuses rojos colocados sobre el forjado de la estructura, realmente algo muy peculiar. Toca activar el cuerpo con una dosis de cafeína y azúcar y nada mejor que el puesto de la cadena Naglreiter. El café servido en vaso grande de plástico, para llevar, tiene un precio de 1,95 euros.
Por la estación pasan hacia el centro de la ciudad varias líneas de autobuses y trolebuses pero nuestra intención es hacer un recorrido durante la mañana por las zonas menos turísticas y por lo tanto menos conocidas de la capital eslovaca. Enfilamos la amplia Dostojevského rad en dirección sur, hacia el río, en busca del punto de partida de nuestro recorrido a pie, que lo damos por iniciado frente a la fachada de la Universidad Comenius de Bratislava (Univerzita Komenského v Bratislave), la más antigua del país y la que tiene mayor alumnado. Bordeando y dejando a nuestra izquierda la Šafárikovo námestie (Plaza Šáfárikovo) con sus zonas verdes y fuentes nos alejamos del cauce del Danubio en busca de la siguiente parada.
En un primer momento solo vemos su alta torre pero cuando buscamos la fachada principal de la Iglesia Azul o Iglesia de Santa Isabel (Kostol svätej Alžbety) nos damos cuenta de que no deja a nadie indiferente. Ubicada en Bezručova, 2 es el más atractivo edificio de estilo “art nouveau” húngaro en Bratislava (que se repite en el edificio de la cercana escuela primaria en la calle Grosslingova). Tanto el interior como el exterior de la iglesia están pintados en tonos azul pálido y decorados con mayólica del mismo color. Incluso el techo es de baldosas de cerámica azul vidriada. La estructura incorpora una torre redonda de 36,8 metros. Una vez visitado el interior volvemos a caminar esta vez en dirección al Cementerio Ondrejský (Ondrejský Cintorín) al que llegamos desde la calle Dunajská atravesando lo que parece el barrio obrero de la ciudad.
Bordeando el cementerio se divisan las lápidas y más allá de parecer un sitio tétrico proyecta la sensación de ser un lugar agradable y tranquilo para pasear entre la sombra de los árboles. El recorrido por la verja del cementerio nos lleva directamente a los Jardines de la Facultad de Medicina (Medická záhrada). Debe ser un lugar agradable en primavera y verano para tumbarse en el césped; la fuente de su zona central carece de agua a nuestro paso.
El aspecto de todo el
barrio que hemos atravesado hasta ahora, así como de las zonas verdes, es de
descuido, se nota que estamos lejos del centro histórico y los socavones
abundan en las aceras dando una impresión de área comunista que ha resistido el
paso del tiempo. Salimos de los jardines por una de sus esquinas y rodeamos el Palacio Aspremontův
(actual sede la Facultad de Medicina de la Universidad Comenius de Bratislava)
para luego cruzar el parque Parčík pri Avione y dirigirnos hacia la fachada de
la Iglesia Blumenthál.
La referencia del rascacielos más alto de Bratislava y sede del Banco Nacional de Eslovaquia (Národná banka Slovenska, NBS) nos sirve de guía para alcanzar su puerta principal desde en la que se puede contemplar el más que curioso edificio de la Radio Nacional Eslovaca, con forma de pirámide invertida y construido por el gobierno comunista.
La referencia del rascacielos más alto de Bratislava y sede del Banco Nacional de Eslovaquia (Národná banka Slovenska, NBS) nos sirve de guía para alcanzar su puerta principal desde en la que se puede contemplar el más que curioso edificio de la Radio Nacional Eslovaca, con forma de pirámide invertida y construido por el gobierno comunista.
Desde esta posición se ve uno de los laterales de Námestie slobody (Plaza de la Libertad), y desde aquí encaminamos nuestra marcha y que alberga la mayor fuente de toda Bratislava, aunque tampoco tiene agua, cosa que me llama la atención con un río tan caudaloso como el Danubio pasando por el centro de la ciudad, imagino que tendrá algo que ver con el mantenimiento del circuito cerrado y el mantenimiento del vaso de la fuente. Sobre su murete descansamos cinco minutos mientras contemplamos los edificios que rodean la plaza: oficina de correos, la Universidad Técnica de la República Eslovaca (Slovenská technická univerzita v Bratislave-STU) y el principal de todos, el Palacio de Verano del Arzobispo (Letný arcibiskupský palác) que actualmente constituye la sede del gobierno eslovaco.
La calle Banskobystrická da acceso a los Jardines del Palacio Presidencial (Záhrada Prezidentského paláca) por su lado Este. Paseando entre los parterres y sendas de tierra observamos que hay lápidas de piedra conmemorativas de las visitas de distintos Jefes de Estado de otros países (entre ellos el Rey de España). Abandonamos esta zona ajardinada que da a la fachada posterior del Palacio Grassalkovich (Grasalkovičov palác) para dirigirnos a su entrada principal por la calle Štefánikova que desemboca en la Plaza de Hodzovo (Hodžovo námestie). Una verja metálica mantiene a raya a los visitantes externos mientras la puerta permanece custodiada por dos guardias vestidos de época, así lo demanda la residencia del Presidente de la República de Eslovaquia. En esta plaza existe una estatua de la emperatriz María Teresa a caballo, la Fuente de la Juventud y estatuas vanguardistas de artistas contemporáneos.
Estamos prácticamente en el límite del casco antiguo de Bratislava y el calor aprieta así que paramos para tomar una cerveza. Nos metemos en el Mr. President Pub (Suché mýto, 19) un local cuya idiosincrasia y parroquia que lo frecuenta, contrasta con la modernidad y el glamour del cercano Palacio, residencia del Presidente, y que se puede ver desde sus ventanales. El local tiene una atmósfera propia de fumadores, con eslovacos bebiendo cerveza y Borovička (licor de alta graduación originario del país), a la vez que tocan la guitarra y cantan con sus acordes. Probamos la marca de cerveza local Corgon, la cerveza negra de origen checo Novopacke y la coca-cola eslovaca, la Kofola mientras Javier ha de “lidiar” con un chico de color de origen cubano en estado ebrio.
Un par de rondas más tarde buscamos un sitio para comer y lo encontramos en el cercano Bratislavský Meštiansky Pivovar (Drevená, 8). Se trata de un local de dos plantas, con diferentes ambientes todos ellos decorados en clave moderna donde degustamos un menú (4,50 euros) compuesto por sopa y plato principal (rissoto o carne, a elegir) y acompañado por cerveza fabricada por el propio restaurante; fresca, sin pasteurizar, sin filtrar... (1,90 euros-1/2 litro). A los que les apetece rematan con un café expresso a un precio de 1,50 euros. Redondeamos el pago a 70 euros para dejar propina, ya que no está incluida en la cuenta y en el país es costumbre dejarla.
Un paseo hasta el hotel por la comercial calle Obchodná nos da la oportunidad de degustar un helado en un puesto de la calle y ser testigos del paso de tranvías antiguos, de hace varias décadas, que ayudan a preservar la estética comunista de la zona. La calle es centro neurálgico para las compras de los lugareños y está atestada de comercios, restaurantes enfocados al turismo y algunas casetas de venta de cómida rápida; en una de ellas hacemos un pequeño alto para tomar helados de cucurucho que resultan exquisitos.
Llegamos a nuestro
alojamiento, el Hyde Park Hostel (ver Preparativos antes del viaje), que también
alberga pub en su patio interior, y nos recibe Igor con quien confirmé la
reserva vía mail. Nos da 5 habitaciones, una de ellas cuádruple al mismo precio
que las dobles. Son las 15.00 y acordamos descansar un rato para recuperarnos
de la paliza del madrugón, a las 17.00 nos volveremos a reunir en la puerta del
hostal. Duermo a pierna suelta por dos horas.Con las fuerzas
restituidas volvemos a salir a la calle y el omnipresente Castillo de
Bratislava sobre la colina enmarca incomparablemente la agitada vista de la
calle desde este punto.
Nos metemos en alguno de sus callejones que se enmarañan hacia el Sur en patios interiores sin salida y que sirven para acoger tenderetes y puestos callejeros en los que se vende ropa, zapatos y otro tipo de artículos. Esquivando los tranvías llegamos al límite del casco histórico y al arranque de la Michalská ulica, pasado un primer puente sobre un patio interior nos encontramos de bruces con la Puerta de Miguel (Michalská brána), uno de los emblemas de la ciudad.
Bajo su arco el kilómetro cero de todas las carreteras que parten de Bratislava con distancias kilométricas a diversas ciudades del planeta y justo antes de cruzar por debajo de la torre, a su derecha, la casa más estrecha de Eslovaquia (y dicen que de Europa), con apenas 1,30 metros de anchura. Al pasar por el arco de la torre a la izquierda un cañón de guerra actúa como reclamo para aquellos que puedan tener interés por visitar el Museo de las Armas (Múzeum zbraní) que se aloja en el interior de la torre y que da acceso a la última de sus siete plantas, para observar los tejados y cubiertas del centro de Bratislava.
Desde aquí continuamos marcha por la Michalská ulica hacia el Sur, alejándonos de la Puerta de Miguel y su Torre, cuyas dimensiones podemos apreciar ahora mejor. Giramos por Sedlárska ulica hacia Hlavné Namestié, la plaza central de la capital eslovaca y que a estas horas está muy animada. Los edificios en sus laterales forman un marco único con la amalgama de colores que lucen sus fachadas, la Fuente de Roland o Fuentede Maximiliano (Maximiliánova fontána) en su centro y la escultura de un soldado de las tropas napoleónicas que recuerda su paso por estos lares. En uno de los laterales, el edificio del Antiguo Ayuntamiento (Stará radnica) con un arco en su portada principal.
Volvemos sobre nuestros pasos para continuar camino por Michalská ulica que en este cruce se convierte en Ventúrska ulica y dejamos a nuestra derecha un edificio austero, espartano, que no llamaría la atención salvo por el dato de que en ella estuvo la sede de la Universitas Istropolitana (primera que se fundó en Eslovaquia). Al alcanzar el cruce con Panská ulica giramos a la derecha en busca del número 29. Aquí, sobre el escaparate de la óptica, se puede ver una pequeña figura que si no es muy llamativa sí que es interesante conocer alguna de las historias que se le atribuyen acerca de su origen; se le denomina Caganer.
Siguiendo por esta calle se llega a un ensanchamiento de la misma y ante nuestros ojos emerge la fachada lateral de la Catedral de San Martín (Katedrála svätého Martina) con una arquitectura gótica y una torre con una corona en su cúspide de 300 kilos en memoria del lugar, sitio habitual de coronación de los antiguos reyes de Hungría (cuando Eslovaquia pertenecía a este imperio). Nos movemos hacia el comienzo de la Hviezdoslavovo námestie, donde una escultura conmemora la epidemia de peste que asoló la ciudad en el año 1712 y en frente la silueta del moderno puente Nový Most-SNP (siglas del movimiento de Levantamiento Nacional Eslovaco), con un restaurante en su parte más alta, a modo de mirador.
Hviezdoslavovo námestie es una zona peatonal de unos 400 metros de longitud con fuentes y esculturas que nos lleva directamente a la entrada de la Ópera-Teatro Nacional de Eslovaquia (Historická budova Slovenského národného divadla; aquí la gente aguarda vestida elegantemente para entrar a la función del día. Desde aquí a la derecha y en dirección al río la fachada del imperial edifico Reduta, que alberga conciertos de la Orquesta Filarmónica, se hace visible para todo aquel que se para frente a la Fuente de Ganímedes (Ganymedova fontána), justo en la fachada principal del edificio de la ópera.
Nos metemos en el Beer Palace, a tomar una cerveza antes de cenar. El local contrasta con el Mr. President Pub en el que hemos estado esta mañana. Aquí la gente es de lo más selecto de la ciudad y podemos ver el lateral del edificio de la Ópera desde la ventana donde nos colocamos. Šariš, cerveza negra eslovaca y Rezané (cerveza que se obtiene mezclando en el tirador una rubia y una oscura y que permite apreciar el mix de ambos colores y texturas), que resultan deliciosas, servidas en vaso y jarra respectivamente de igual capacidad (de 1/2 litro). Las cervezas cuestan 2,10 euros, un precio más que asequible a pagar por la calidad de la misma.
Proseguimos por Gorkého ulica hasta que termina y entramos en Laurinská ulica dando la vuelta a la manzana a izquierdas: esta calle es famosa por las esculturas que en ella se pueden encontrar. Un Paparazzi que asoma en una esquina tomando una fotografía, el Čumil-El Miranda emergiendo de una alcantarilla, el Bello Ignacio (Schöne Náci) en la calle que nos devuelve a Hlavné Namestié. La plaza gana en belleza con la iluminación nocturna que resalta los relieves de sus fachadas, de sus cornisas, de sus cubiertas. Un espectáculo para la vista que no hay que dejar pasar.
Callejeando echamos un vistazo al interior de la Iglesia Franciscana (Kostol Zvestovania Pána) donde se celebra un oficio y buscamos de nuevo la calle Obchodná para dirigirnos hacia el Slovak Pub, lugar donde vamos a cenar. El local, situado justo frente a nuestro hostal, tiene varios ambientes y elegimos uno de ellos para que nos sienten a todos juntos. Dentro del laberinto de estancias, la que hemos elegido es una sala muy oscura, como una cabaña de madera con el interior pintado en negro, a cuya tenue luz la vista tarda en acostumbrase, pero el sitio es tranquilo en comparación con el alboroto que hemos podido observar al paso por las otras salas.
Tenemos ganas de probar especialidades eslovacas y pedimos al centro para compartir algunas de ellas: Bryndzové halušky (especie de pasta hecha con masa de patata en salsa de queso y con bacon frito como topping), Cesnaková Polievka (sopa de ajo servida dentro de una enorme hogaza de pan) y Držková (sopa de callos). Después cada uno elije un plato principal que son de lo más vistoso. La cerveza seleccionada para la cena es la Zlatý Bažant (Faisán Dorado), una marca eslovaca de las más conocidas. La camarera es nueva y no maneja el inglés, tiene que echarle una mano otro de sus compañeros, pero somos pacientes; la tranquilidad del lugar invita a ello. Resulta que hemos cenado en el apartado para fumadores, por eso estaba tan tranquilo, pero no hemos visto a nadie fumando aquí dentro, ni rastro de humo. Pagamos 10 euros por persona.
En el vecino local del McDonald´s pedimos algún café, helados y dulces para llevar (variedades distintas a las ofertadas en los restaurantes de la cadena en tierras españolas) mientras casi todos (a excepción de Alberto y Sandra) nos embarcamos en un relajado y relajante paseo nocturno. Esta vez en vez de meternos por la arteria principal del casco antiguo de Bratislava (Michalská ulica) bordeamos esta área caminando por Župné ulica y viendo a nuestro paso la Iglesia de la Trinidad (Kostol Trinitárov) y la Iglesia de los Capuchinos y Monasterio (Kapucínsky kostol). En todo momento la silueta blanca del castillo iluminada por una luz pura asombra. Cruzamos por un paso superior por encima de una vía rápida que circunvala la ciudad para poder ver la fachada principal de la Catedral de San Martín en todo su esplendor para terminar volviendo hacia el centro del casco viejo por la parada de buses que hay debajo del estribo norte del puente Nový Most-SNP.
El centro del casco histórico de Bratislava se está aletargando poco a poco, las terrazas se recogen, los cierres metálicos se bajan, las luces se apagan y a medida que vamos acercándonos hacia el hostal nuestras exiguas fuerzas también están llegando a su fin. El día ha sido largo y duro pero nos ha permitido ver los contrastes de esta bonita ciudad, del glamour de su almendra central a la decadencia comunista de los barrios periféricos. Ha merecido la pena madrugar y tener una visión multifocal de esta coqueta ciudad.
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