El viaje se termina pero
lo queremos exprimir hasta el último momento. Hemos quedado a las 08.15 am en
el mismo sitio que ayer, frente a la Basílica de San Esteban. En las calles
aledañas por simple curiosidad miramos en las casas de cambio el ratio
euro/HUF; la verdad es que no resulta muy favorable. Mientras esperamos a los
del apartamento de Semmelweis me acerco a un cajero de CITIBANK situado en la
propia plaza; está inutilizado por actos vandálicos y la pantalla aparece hecha
trizas. Vuelven a llegar tarde, el “virus” Isabel ha sido inoculado y ya es
irreversible, no hay manera de que lleguen en hora.
Caminamos por calles
paralelas al río y en dirección norte para llegar a cortar con Szent István körút.
Esta calle parte de la plaza en la que el lunes pasado vimos la estación
Nyugati y es la continuación del trazado del Gran Bulevar
(Nagykörút) que forma un arco atravesando Pest y uniendo en su recorrido
norte-sur el Puente Margarita (Margit híd) y el Puente Petőfi (Petőfi híd)
A estas horas la calle presenta una densidad de peatones muy alta con los húngaros en plena efervescencia; lo primero que hacemos es localizar un cajero del banco local OTP en el que poder retirar efectivo puesto que nos hará falta para la actividad que vamos a realizar a continuación. Nos adentramos en el Puente Margarita (Margit híd) con balaustradas, farolas y pilastras decoradas en contraste con el color amarillo pálido de su estructura metálica. Recorremos su acera peatonal norte que tiene entrada directa a la propia isla, a la que se penetra a través de una rampa de hormigón de suave pendiente.
Isla Margarita (Margit-sziget) es el lugar predilecto de los habitantes de Budapest para el asueto, esparcimiento y práctica deportiva. Se accede por ambos extremos a través del Puente Margarita (entrada sur) y del Puente Árpád-Árpád híd (entrada norte). Cuando buscamos información para alquilar bicicletas y poder movernos por la isla nos topamos con el inconveniente de que la mayor parte de las empresas que daban este servicio se situaban lejos de la propia isla y como queríamos evitar movernos sobre dos ruedas dentro del marasmo del tráfico de una ciudad desconocida descartamos esas opciones. Habíamos leído algo sobre chiringuitos de alquiler dentro de Isla Margarita, en concreto cerca del Jardín Japonés, en su extremo sur.
Pero no vemos ni rastro de bicicletas ni de puestos donde las alquilen. Recorremos la arteria principal de la isla que la cruza de sur a norte y preguntamos a un par de personas para que nos informen pero andan tan desorientados como nosotros. Lo cierto es que a esta hora cuando el sol aún no aprieta caminar por las zonas verdes de este lugar es una maravilla. De repente vemos pasar un coche eléctrico que remolca varios coches de dos plazas a pedales y que se dirige hacia el Puente Margarita. Deducimos que están preparando los chiringuitos de alquiler y que seguramente abran a las 10.00, hora que está a punto de marcar el reloj.
Cuando llegamos a la
plazoleta donde se levanta el Monumento conmemorativo del centenario de la
unificación de la ciudad (monumento erigido en 1973 para conmemorar el
centenario de la unión de Buda, Pest y Óbuda dando lugar a la ciudad de
Budapest) vemos varios lugares en los que poder alquilar estos curiosos
vehículos híbridos (mitad coche, mitad bicicleta) que son propulsados a
pedales.
Alquilamos los cochecitos por una hora y como somos 6 parejas negociamos un descuento por lo que al final pagamos 2.500 HUF por cada uno de ellos. Es necesario dejar a la señora que regenta el negocio seis de nuestros DNI como depósito de garantía. Isla Margarita tiene varios puntos de interés a los que podemos llegar pedaleando y comenzamos a mover las piernas.
Una primera parada nos lleva a un mini-zoo donde sobre todo residen aves acuáticas; patos, alguna garza, cigüeñas, coloridos pavos reales. Existe un anillo que rodea toda la isla (5 km de longitud) que está preparado para que los visitantes puedan practicar el footing sobre una superficie sintética de tartán. Cuando maniobras para abandonar uno de los pasillos que bordean el pequeño zoológico el vehículo de Óscar y Fátima sufre una avería, la dirección se bloquea y es imposible girar. Óscar se marcha con Rubén y May a dar parte a la señora y a recoger un vehículo nuevo mientras Fátima espera su vuelta; el resto nos diseminamos y seguimos con nuestra “excursión”.
En el centro de la isla se encuentran también los restos de algunas construcciones religiosas como las ruinas de una Iglesia Franciscana del siglo XIV y las ruinas de la iglesia Dominicana en donde la princesa Margarita pasó su vida. Al lado de las ruinas del monasterio de las dominicanas encontramos la capilla de San Miguel recientemente restaurada y muy próxima se puede contemplar la Torre del Agua (parcialmente cubierta por andamios) que se empleó originalmente como depósito de agua para abastecer un hotel existente en la isla en el cual aristócratas de toda Europa pasaban sus vacaciones; sin embargo hoy en día se simplemente se utiliza como mirador y como lugar de exposiciones.
Continuando el recorrido bordeamos el Danubius Grand Hotel Margitsziget, en la parte oriental de la isla y vemos como hay multitud de húngaros que en bañador toman el sol tendidos sobre las grandes superficies de césped que abundan en esta parte de la isla. Un poco más al norte se levanta un moderno complejo hotelero que cuenta con baños termales y llegamos al final del paso principal pasando por error la barrera de control de acceso a la isla y tenemos que hacer un cambio de sentido para volver a entrar. De camino hacia el sur de la isla vemos el Pozo de la Música (Zenélő kút), un pequeño pabellón que fue originalmente construido para conciertos al aire libre.
En la parte oriental destaca el Palatinus, el mayor complejo acuático al aire libre de Budapest y una piscina del complejo deportivo Hajós Alfréd en la que se juega un partido de waterpolo, deporte en el que Hungría cuenta con importantes méritos deportivos. Como último punto importante destaca la Fuente de la Música (Zenélő szökőkút). En el interior de la construcción original estaba escondido un mecanismo propulsado por el agua, que hacía sonar música. Lo que hoy queda es una copia carente de mecanismo y por tanto sin capacidad para hacer sonar las melodías.
A las 11.35 nos congregamos en torno a la mesita de alquiler de los vehículos para recuperar nuestros DNI, pero existe un problema. La señora dice que no nos los devuelve porque no localizan el cochecito averiado que hemos dejado en las inmediaciones del zoológico. Hay otro operario de la empresa de alquiler que en contacto vía móvil con la señora conduce el coche eléctrico en busca de la “bicicleta” averiada en la zona que le hemos indicado. Dice que no está. Por un momento nos alcanza la preocupación de que el vehículo averiado haya sido robado y nos toque pagarlo para recuperar nuestros documentos de identidad, sin los que no podremos salir del país en el vuelo que tenemos dentro de unas horas. Ha sido un acto inconsciente dejar allí abandonado el cochecito sin que hubiese llegado el operario a recogerlo.
Como la gente de la
empresa de alquiler no habla inglés les explicaron mediante gestos y señalando
el mapa dónde lo habían dejado pero no dan con él. Todos nos quedamos esperando
en el chiringuito de alquiler mientras Javier y Rubén se encaminan a pie hacia
el zoológico para señalar el lugar exacto en el que dejamos el cochecito.
Seguimos haciendo cábalas y apuestas de cuánto puede costar un cacharro de esos
en el caso de que nos toque pagarlo, cosa que cada vez algunos ven más próxima.
Diez minutos después
aparecen Javier y Rubén montados en el coche eléctrico con el operario del
renting. Detrás de ellos y a remolque el cochecito extraviado cuya dirección se
averió. Tampoco es que el hombre se haya molestado mucho en buscarlo; nuestros
amigos nos cuentan que estaba exactamente en el mismo sitio que lo dejaron y el
zoológico es mini, no estamos hablando del que hay en la Casa de Campo de
Madrid, así que no sabemos por dónde lo han buscado.
Con la peripecia que solo
queda en anécdota salimos de la isla caminando para ir hacia el restaurante en
el que comeremos, y donde Balazs nos ha hecho reserva para las 12.00, según me
ha confirmado en un mensaje que he recibido en mi móvil. En el cruce de las
Pozsonyi utca y Radnóti Miklós utca y muy cerca del Puente Margarita se emplaza
el Pozsonyi Kisvendéglő,
un restaurante típicamente húngaro. Nos tienen reservadas dos meses en la
terraza, situada en la acera, desde la que vemos transcurrir la vida de esta
zona de Budapest.
No es que dispongamos de mucho tiempo y como tenemos buenas referencias del sitio (incluso del propio Balazs, que suele comer aquí de vez en cuando) todos elegimos menú. El de hoy lunes, consiste en una sopa de carne con judías verdes y otras verduras. Al llegar el plato principal, nos llevamos una sorpresa. Se trata de un postre; una especie de arroz dulce que se sirve tibio acompañado de sirope de frambuesa. Son las cosas de pedir un menú del día, te toca lo hay ese día y en este caso el arroz no causa furor entre la gente. A mí me da igual, me parece que está muy bueno y me como mi plato y parte del de Mary.
Cuando estamos terminando de comer un autobús se para justo frente a las mesas que ocupamos en la acera y de él se baja un rostro conocido. Es Balazs. Sabía que estábamos aquí y tenía que hacer un recado cerca por lo que se pasa a saludarnos y a despedirse de nosotros. Además nos confirma que ha retrasado la hora de recogida en nuestros apartamentos para los taxis que nos llevarán al aeropuerto; será a las 13.30. Lo que ayer se nos olvidó hoy podemos hacerlo; fotografiarnos junto a él y tener un recuerdo en forma de imagen de la persona que tanto nos ha ayudado de forma desinteresada durante nuestra estancia en Hungría.
Cuando nos traen la cuenta Mary y yo nos acercamos nuevamente al cajero de OTP situado en Szent István körút, ahora que sabemos la cantidad exacta a pagar (14.950 HUF, al cambio unos 51,50 euros) y ya tenemos reservado el dinero en metálico para los taxis al aeropuerto. De esta forma nos evitamos efectivo sobrante que luego nos suponga tener que deshacer el cambio a euros y perder dinero. Me quedan unas pocas monedas en el bolsillo y pasamos frente a la puerta de Maródi Cukrászda (Jászai Mari tér, 3.-donde nace Pozsonyi utca partiendo desde Szent István körút), una pastelería relativamente nueva que goza de buena fama en la ciudad. Pedimos un flódni (pastel de semillas de amapola, avellanas y manzana repartido en varias capas) para compartirlo entre los dos. No podíamos dejar pasar la oportunidad de probar las semillas de amapola tan presentes en este tipo de repostería. Y tiene un sabor amargo, muy lejos del dulzor que a mí me gusta paladear en los postres. Una vez que hemos pagado en el restaurante nos ponemos en marcha hacia la estación de Nyugati para tomar la línea azul de metro (M3).
Los de Nádor utca nos apeamos en la estación de Arany János utca, la más próxima a nuestro apartamento, y los de Semmelweis continúan hasta Deák Ferenc ter. Habíamos quedado con la dueña a las 13.00 pero nos hemos retrasado. Dejamos a Óscar haciendo guardia en la puerta por si llega el taxi mientras subimos a recoger el equipaje. Tengo que llamar a la propietaria por teléfono para preguntarle dónde está ya que necesitamos verla y que nos reintegre la fianza de 150 euros que entregamos hasta la devolución de las llaves. Está aparcando. En cuanto nos hemos despedido de ella y hemos recuperado el dinero cogemos las maletas y bajamos a la calle. El taxi de la empresa Taxi 5000000 nos espera, son las 13.40.
El recorrido al aeropuerto
no presenta dificultades salvo tráfico denso al salir del centro de Pest.
Cuando llegamos a la terminal 2 en la puerta nos espera el grupo de Semmelweis.
El taxista me reclama 370 HUF extra por la espera de 10 minutos, cosa que veo
lógica, le ofrezco 1 euro porque ya no tengo florines, y me lo acepta sin
problema, a pesar de que pierde algo en el cambio. El funcionamiento de
traslados ha sido ejemplar, con seriedad y eficacia y por un precio muy
competitivo. Transporte privado desde Nádor utca al aeropuerto para 4 personas;
3.400 HUF. Transporte privado desde Semmelweis utca al aeropuerto para 6
personas; 4.900 HUF.
Cuando hemos cumplimentado
todos los trámites relativos a la facturación y a los controles de seguridad
(con algún que otro agente de seguridad chisposo que trata de vacilar a Javier
con el tema de los líquidos en la mochila) me separo de mis compañeros para
hacer uso de la sala VIP del aeropuerto de Budapest. Aquí tengo la ocasión de
probar un vino “pezsgő” (espumoso en húngaro) de la marca Szent István
(un nombre asociado a la historia de Hungría) y el famoso Unicum,
licor típico del país que se caracteriza por su sabor amargo. Cuando me reúno
con el resto del grupo vemos una promoción de una marca comercial del famoso
vino blanco de Hungría; el Tokaj,
así que por qué no probarlo también en sus variantes dulce y seca. Nos vendrá
bien para coger el sueño en el avión.
La hora de llegada a Barajas se adelanta en media hora sobre lo previsto en los billetes sacados por internet lo que nos causa gran alegría que se acentúa al ver como todo el equipaje ha llegado sin percances. Han sido 8 días intensos, que seguro nos darán mucho de qué hablar cuando nos veamos en próximas ocasiones.
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