Suena el despertador.
Desorientado echo mano del móvil que descansa sobre la mesita de noche. Es
temprano, la hora habitual a la que me levanto cualquier día laborable. Por un
instante pienso en el sueño que acabo de tener, aún permanece vivo en mi
memoria. Recorría Hungría con mis amigos, un viaje inolvidable…
Cuando me cercioro a
través de la agenda del móvil de la fecha en la que he despertado un espasmo
sacude mi mente. Es martes, 23 de abril de 2013, el día después de regresar de
Budapest. Hemos vuelto y apenas he sido consciente de los ocho días que he
pasado en tan grata compañía.
Supongo que todos hemos
tenido esa sensación en alguna circunstancia; pensar que hemos soñado algo,
despertar y darse cuenta de que lo que hemos pensado que soñábamos ha sucedido
en la realidad y ya ha terminado. Es cuando menos un efecto curioso, la
desorientación que se siente, hasta que uno se asegura del día en el que se
encuentra no sabe discernir realidad de sueño.
Empiezo a digerir la
situación y con un repaso mental rápido vuelvo a revivir el viaje, de manera
esquemática pero sin dejar ningún detalle atrás. Hungría, o la parte que hemos
conocido de este país, es muy recomendable; por historia, por arquitectura, por
belleza natural, por gastronomía… Y de Bratislava me he enamorado, solo puedo
decir cosas buenas. Seguramente podíamos haber organizado el viaje de otra
forma, tal vez se podría haber aprovechado más el tiempo, quizá algunas cosas
se quedaron en el tintero, no lo sé… pero ya no hay vuelta atrás; estamos de
vuelta y el recuerdo que nos quedará ya se ha forjado.
Tal vez para mí en el
ámbito personal haya sido algo estresante. Primero porque era un viaje
especial, celebrábamos la boda de Rubén y May y el deseo de que todo saliera
bien generó una presión a la hora de que las piezas del viaje encajasen. Y en
segundo lugar porque el grupo era el más grande con el que haya viajado; y a
pesar de ser gente bien avenida y tolerante es imposible que no surja algún
roce, alguna discrepancia a la hora de elegir lo qué hacer o dónde ir….
Sí, probablemente la presión de llevar todo bien amarrado y abarcar aquello que teníamos pensado haya pasado factura sobre mí y no haya disfrutado del viaje tanto como los que me acompañaban. Ahora que lo pienso es posible que lo que necesite sea viajar a mi aire, sin tener que estar pendiente de esto, de aquello y de todo a la vez. Pero en el fondo una de las cosas que más satisfacción me produce es ver cómo disfruta la gente que está a mi lado y a la que quiero. Y aunque por un momento se me pasa por la cabeza no volver a organizar más viajes de este tipo un resorte se acciona en mi cabeza cuando alguno de ellos me pregunta ¿Y el próximo destino para cuando?
Un blog extremadamente instructivo e informativo como siempre realiza el Sr. Miguel Ángel. Sorprendentemente detallado para aquellos que no le sigan en el recorrido de sus vacaciones y habitual para los que vivimos las aventuras con él.
ResponderEliminarChapó
Muy buenas Miguel Angel, ando preparando un viaje con la familia a Budapest en Semana Santa (somos 5 personas) y al toparme con tu diario, no he podido dejar de leerlo del tirón, muy entretenido y super didactico.
ResponderEliminarQuería hacerte una consulta respecto al tiempo de ver cosas y moveros por Budapest. Yo voy a estar 5 días y media mañana antes de coger el vuelo de vuelta. Como vosotros, llegamos a las 12 de la noche. Uno de los días queremos alquilar un coche para hacernos Esztergom,Vác y Szentendre, y el resto de los días los estoy repartiendo por zonas que están mas o menos cerca y para poder ver las cosas sin agobios. No somos mucho de entrar a museos, pero si tenemos reservada entrada al Parlamento y otra tarde en el balneario al que fuisteis vosotros.
Lo que te quiero consultar, viendo tú diario, ¿cunde tanto el andar para ver cosas?, me da la sensación de que ibais a muchos sitios distantes y os daba tiempo a todo.
De nuevo, gracias por contar vuestra experiencia y a ver si me puedes alumbrar sobre esta cuestión, gracias.
Antonio J.
A las buenas...Antonio
EliminarEn primer lugar, gracias por tomarte la molestia de leer hasta el final.
Y ahora trato de contestar a tu cuestión: nos cunde lo de andar por dos motivos fundamentales. 1. Madrugamos bastante, a las 8.30 (algunos días incluso antes) estamos en marcha. Y con esto me refiero a estar ya en la calle viendo cosas. 2. Suelo estudiar los recorridos y el reparto del tiempo para poder ver las cosas que están en la misma zona y optimizar las horas.
De todos modos reconozco que pateamos bastante; estamos muy acostumbrados a caminar. Si sois de los nuestros no tendréis problemas en hacerlo. Nosotros tampoco paramos mucho en museos ni en tiendas para hacer compras; puede que sea una de la razones para que nos cunda tanto.
Cúentame a la vuelta que tal te va y si has podido aprovechar el blog para descubrir cosas interesantes en Hungría.
Buen viaje
Miguel